En España existen actualmente 57 categorías distintas para los alojamientos de turismo rural, una situación que sin ninguna duda, resta credibilidad a su actividad, por lo que estos días se pide al Gobierno que impulse una normativa común a todas las comunidades autónomas.
Reciéntemente el presidente de la Asociación Española de Turismo Rural (Asetur), Jesús Marco, afirmó que contar con una clasificación común es la prioridad para "un sector que vive las ocurrencias de cada autonomía".
Y como ejemplo, cita que en los alojamientos gallegos se clasifican por el número de vieiras, en Andalucía por el de olivas, en Extremadura por el de bellotas, y en Castilla y León, por llamadores.
Esta situación es aún más perjudicial, en opinión de Marco, para los turistas extranjeros, cada vez más habituales en este tipo de turismo, y que "no entienden las diferencias entre una casona, un cigarral, un pazo o un cortijo".
Durante la celebración de la Feria Internacional de Turismo (Fitur) el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente se comprometió a trabajar por que el turismo rural "tuviera normas más homogéneas". Sin embargo "no es nuestro ministro", por lo que se continúa a la espera de poder mantener un encuentro con el titular de Industria, Turismo y Comercio, José Manuel Soria, para avanzar en una solución.
Para abordar este problema, desde Asetur se ha puesto en marcha un programa de clasificación por espigas que ya utiliza el 25 % de sus socios y que es "mucho más barato" que la certificación de la "Q" de calidad, que dice Marco aconsejan desde la Secretaría de Estado de Turismo.